Las Destrozzi: Murmullo en las aguas (2024)

 

¿Por qué grabar un disco de música para dúo de laudes? Quizás el motivo es el mismo que se puede encontrar en el libro de fantásticos dúos para tiorba y tiorbino de Bellerofonte Castaldi.
El mismo que le llevó a crear un instrumento agudo y deforme, que  nadie haya hecho. Inventar piezas que están despertando, hermafroditas, y algunas cerimoniando. Que son provocadoras e inexplicables. Porque así son esos dúos de Castaldi, una parte audaz, una gran parte inexplicable, como ese instrumento nacido para recrear con sonidos, esos pájaros y firuletes que adornan la edición, pero que a la vez pretenden describir a quien llevaba la pluma, a su excentricidad y su manera de revolucionar el mundo.
La época en que vivió Castaldi y cómo vivió, siendo noble, y no pudiendo rebajarse a músico, pero queriendo la música para sí, siendo poeta,  y creando el pasquín, esa suerte de provocación a la autoridad, que en la madrugada despierta al mundo con su denuncia… antes que el poder reinante pueda limpiar las calles.
Castaldi tuvo una vida turbulenta, vengó la muerte de un hermano y tuvo que escapar y fue vengado, y quedó rengo de por vida, con su drama y su renguera, pero también con su necesidad de cambiar el orden establecido.
Así como Castaldi supo ser un provocador a través de sus composiciones, y precursor en cuestiones editoriales que marcarían un antes y después para la practicidad del músico, como decidir las vueltas de hoja y el índice en el comienzo; Girolamo Frescobaldi también lo fue, en sus propuestas musicales, a tal punto que reconocidos músicos y teóricos contemporáneos lo citan como alguien a quien no se puede dejar de estudiar.
No sabemos si Girolamo se desvelaba por las noches pensando en la aceptación que tendría su forma de componer y de pensar la música desde el instrumento, creando o descubriendo un idioma instrumental para lograr una expresión y un virtuosismo que no era el tradicional,  pero eran épocas de cambios, y el reconocimiento recibido, no solo de sus colegas, si no de la nobleza de la época no nos deja dudas, ser arriesgado valía la pena.
En ese mismo tono, color, carácter, y tierras se movía otro Girolamo. El llamado Tedesco della Tiorba, reconocido como gran laudista y compositor en la misma época. Así como sabemos que Castaldi conocía a Monteverdi, y muy bien, ya que gracias a sus palabras sabemos que Claudio componía con una tiorba en sus manos, casi con certeza, los Girolamos se conocían. Roma en el 1600 tenía algunos lugares obligados de la cultura, y uno de esos era el Palacio Barberini, donde habrán compartido más que una velada musical. Kapsberger, músico del Cardenal Barberini, también construyó su propio idioma instrumental, plagado de cambios abruptos e inesperados.
El Stylus phantasticus brotaba de esas cuerdas con más osadía que de las de Alessandro Piccinini, aunque él se autoproclamara el inventor de estos instrumentos de cuello largo, plumíferos sin equilibrio que vuelan por registros antes no explorados por los laúdes.
Piccinini, fue un compositor al que los contrapuntos y las estructuras se le daban mejor, que buscaba conmover también desde la proeza compositiva más tradicional.  Así Bellerofonte, Girolamo y Alessandro tres laudistas y compositores de renombre, cruzándose pero teniendo cada uno su territorio de pertenencia ( Modena, Roma y Bologna) le dieron a su música las características particulares de su zona geográfica.
Dedicarse a la música antigua implica retornar a prácticas de un pasado que cortó su tradición en algún momento y recuperarlo plantea desafíos e investigaciones… seguimiento de huellas que han quedado, o descubrir aquello que fue, por las menciones de sus detractores. Alguien dijo que no hay nada de extraño en el olvido, lo maravilloso en todo caso, lo extraordinario, es el recuerdo.  Han sido olvidados maravillosos compositores y compositoras, y quizás nuestra historia solo ha podido volver sobre algunos pocos. Y la dificultad para que las mujeres pudiesen dedicarse a la música, hizo que fueran muchas menos.

El caso de Bárbara Strozzi es un caso especial (y va hacia ella nuestro pequeño homenaje en nuestro nombre)

Y qué decir de Bárbara; de su arrojo. De ser una de las pocas que pudieron dedicarse a la música sin ser religiosas… Quizás su suerte estuvo echada en el momento en el que nació en Venecia. En una sociedad raleada por la peste, y las guerras. Que su padre (adoptivo?) la formó y la insertó en la sociedad culta, en los círculos intelectuales, incluso creando la Accademia degli Unisoni para la educación y reconocimiento de su hija. En un momento en que los teatros de ópera estaban en auge, y el gran público iba moldeando los libretos y la música hacia la liviandad y el entretenimiento, Bárbara edita cantatas, con música y textos de gran vuelo, sin caer en ningún facilismo. Valiente y exitosa, compositora, cantante y laudista, fue madre soltera de 4 hijos, y es toda ella una pintura de un lugar, una época y una personalidad excepcional.
Recogemos ese legado, el legado de la fantasía y la imaginación al servicio del arte, como un punto de partida de mostrar nuestra mirada, reconociendo en el arte y la cultura la posibilidad de cambiar la sociedad, de provocar

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